Fahrenheit 451 es una novela distópica, es decir, habla sobre una utopía perversa donde nada tiene que ver con el arquetipo de una sociedad ideal. En esta sociedad de la que nos habla Bradbury está terminantemente prohibido leer, ya que leer implica pensar y razonar, por ende, no se es feliz. Porque en esta sociedad todo el mundo debe ser feliz, pero no una felicidad interna, sino una felicidad estúpida e hipócrita que consiste en tener muchos bienes materiales y éxito laboral. Esta es la idea que da el infame gobierno de esta sociedad; la idea de que el hecho de leer hace que las personas sean menos felices, pero, lo que de verdad le interesa a este Gobierno es controlar a todos los individuos, manejarlos a su antojo como si de simples marionetas se tratasen, poniendo de fondo la excusa de la creación de una sociedad del bienestar.
Bradbury, con esta novela, hace varias críticas muy profundas. El libro fue escrito en 1953, pero muchas de las críticas que hacía a la sociedad de aquel entonces, por no decir la mayoría, pueden ser proyectadas a esta época. Primeramente, critica la sociedad del consumismo y la tecnología. Critica el hecho de que actualmente se esté dando el caso de que la gente prefiera ver la televisión a leer. Si se sustituyese la televisión –llamada familia en el libro- por la lectura, Bradbury refleja la sociedad resultante como una masa de individuos ignorantes que no sabe ni de donde viene ni a dónde va, estancada, sin ninguna evolución ni como sociedad ni como individuos. Personas que no sienten ningún cariño por las personas que les rodean –véase el ejemplo de Mildred, la esposa de Montag-, que no son capaces de pensar por sí mismos, que viven en una burbuja de aislamiento con respecto a los demás. Critica también a los gobiernos utilitaristas y opresores que utilizan la demagogia y la mentira con el provecho de controlar a sus pueblos. Critica a su vez la época que se vivió en Estados Unidos nada más terminar la Segunda Guerra Mundial. Una época en la que el gobierno intentó tranquilizar a la población y desviarla de temas morales como el que rodeaba el hecho de haber usado la bomba atómica.
Nada más acabar este libro, un sentimiento de tristeza me invadió profundamente. Porque es triste darse cuenta de que lo que describe Bradbury en Fahrenheit 451 no anda muy lejos de la realidad, no es tanta ciencia ficción. Actualmente existen muchos gobiernos opresores y utilitaristas, que aíslan totalmente a su pueblo, como puede ser perfectamente el caso de Corea del Norte. En cualquier sociedad, no solo en la nuestra, te encuentras personas ignorantes que no han leído un libro en su vida, que son totalmente manejables y superficiales. La televisión es un medio cada día más estúpido que se mete progresivamente en nuestras vidas, hasta que llegue el punto en que no podamos reemplazarlo. Solo hace falta mezclar estos ingredientes y voila, ya tendríamos la sociedad que describe Bradbury. Es triste saber que tenemos los ingredientes, que ya solo nos hace falta preparar la receta.