Bajo el Sol que me apuñala
vivo sin patria ni dueño.
Como el aire lo regalan
y el alma nunca la empeño,
con las sobras de mi sueños
me sobra para comer.
De qué voy a lamentarme,
bulle la sangre en mis venas.
Cada día al despertarme
me siento resucitar.
A quien quiera acompañarme,
le cambio versos por penas.
J. Sabina
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