Microrrelato 2
"Le tomó la temperatura. 40 grados. En la habitación se respiraba un silencio tan ruidoso que no podían escuchar ni sus propios pensamientos. Las lágrimas hacían maratones por sus mejillas. - ¿Preparado? Asintió levemente. La jeringuilla le penetró con sutileza. Sus ojos fueron perdiendo el color. Y entonces, pudo morir tranquilo".
Ana Mateos
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