miércoles, 2 de septiembre de 2009

La Realidad en Sueños

"El ambiente que se respiraba a mi alrededor me era familiar. No sabía cómo había llegado hasta allí, pero tampoco me importaba en absoluto. Me hallaba en una habitación más o menos pequeña con paredes tapizadas de color negro. En un rincón había una lámpara que me facilitaba ver. Un sofá gris posicionado en el centro me provocaba un ligero recuerdo, y por instinto, me acomodé en él. La estancia era tenue. Desde el sofá observaba la habitación. De repente, me di cuenta de que junto al sofá se hallaba una mesita pequeña de cristal con un cenicero ya usado, una cajita de cerillas y un paquete de cigarrillos. No me hice de rogar y cogí uno, que encendí con una de las cerillas. La primera bocanada me mareó, faltándome el aire. Mis dedos flácidos soltaron el cigarro que cayó sobre la alfombra. Cerré los ojos para quitarme el mareo. Mi cabeza daba vueltas, y mi garganta estaba seca. En menos de un minuto, me recuperé por completo. Abrí los ojos y vi como las llamas se arremolinaban a mi alrededor, pero pude darme cuenta de que aquel tugurio había desaparecido. Ya no existía tenuidad alguna, aunque seguía sentada en un sofá. Ahora me encontraba en mi casa. Tardé en darme cuenta de lo que pasaba. Ese hogar en el cual hasta hace poco había vivido, ardía en llamas. Me levanté en un acto desesperado, y corrí como pude hacia la salida. En el camino me tropecé con la alfombra, dándome un fuerte golpe en la cabeza. Las llamas se acercaban más y más. El sentido de la razón me dejaba sola, muerta en el suelo que hasta hace poco había pisado. El fuego besaba mi carne. Y entonces, decidí irme con él, y soñar juntos por siempre."

Ana Mateos

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